La
Quinta de Montealegre pasó a ser La Quinta del Duque cuando el cuarto hijo de María
Cristina de Borbón dos Sicilias y Agustín Fernando Muñoz y Sánchez, Fernando María Muñoz y de Borbón, duque de Tarancón, se casó con la
asturiana doña Eladia Bernaldo de Quirós y González de Cienfuegos y adquirió la
finca de Somió para pasar en ella temporadas estivales, tanto ellos como su
madre María Cristina. madre de la reina Isabel II.
Los
duques rodearon la amplia finca, de más de 10 hectáreas, de altos muros de
piedra y construyeron
un palacete utilizando el resto de la finca para menesteres agrícolas, jardines
y caballerizas.
Cuando
en 1911 murieron ambos, la finca pasó a manos de sus herederos. Veinte años
más tarde la vendieron al ayuntamiento de Gijón que buscaba una finca de esas
medidas para cederla al estado y que éste instalase en la misma uno de los 6 centros de experimentación
ganadera que había promovido en tiempos de la República el diputado
radical-socialista Félix Gordón Ordás.
La
Guerra Civil retrasó su puesta en marcha y ésta ya no la llevaron a cabo los
republicanos sino el gobierno franquista.
Antes,
en el 1936, durante la Guerra Civil, la finca fue utilizada como Cuartel del
Regimiento de Infantería nº 40, aprovechando el ejército la
madera de los mejores árboles que rodeaban la finca para calentarse en el frío
invierno del 37.
Desde
1940 hasta 2005 tuvo gran actividad como centro de investigación animal. Los primeros 30
años se estudiaron aves y porcinos ya que eran éstos los más utilizados en la
alimentación regional. A partir de 1971, la Pecuaria pasó a ser Centro Nacional
de Selección y Reproducción de vacas de la raza asturiana de los valles y de
montaña.
El
Centro se trasladó a Deva y Cenero, y la finca abandonada pasó a desempeñar un
papel más artístico. Las paredes interiores y exteriores de sus edificios
fueron decoradas por pintores de arte efímero y la pecuaria pasó de una
utilidad científica a otra más instructiva, formándose en ella de manera
autodidacta grandes grafiteros asturianos del siglo XXI.
En
2014 se demolieron todas las edificaciones quedando solamente en pie un hórreo,
un cenador y la antigua puerta de la finca, estos dos últimos de ladrillo de
estilo mudéjar.
En
breve veremos crecer como hongos edificios de todo tipo: servicial, residencial
y social; y solamente una placa con el nombre de Avenida de la Pecuaria nos hará
saber que allí se desarrolló durante doscientos años una parte importante de
nuestra historia gijonesa.
1 comentario:
Hola, disculpa el retraso en contestar a tus comentarios... la verdad es que procuro darle algunas vueltas a los títulos, cuando no aparecen es que o no se me ocurren o dejo que la foto viaje libremente...por cierto, esi hórreo tien muy buena pinta...
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