martes, 4 de marzo de 2014

La Quinta del Duque


La Quinta de Montealegre pasó a ser La Quinta del Duque cuando el cuarto hijo de María Cristina de Borbón dos Sicilias y Agustín Fernando Muñoz y Sánchez, Fernando María Muñoz y de Borbón, duque de Tarancón, se casó con la asturiana doña Eladia Bernaldo de Quirós y González de Cienfuegos y adquirió la finca de Somió para pasar en ella temporadas estivales, tanto ellos como su madre María Cristina. madre de la reina Isabel II.
Los duques rodearon la amplia finca, de más de 10 hectáreas, de altos muros de piedra y construyeron un palacete utilizando el resto de la finca para menesteres agrícolas, jardines y caballerizas.


Cuando en 1911 murieron ambos, la finca pasó a manos de sus herederos. Veinte años más tarde la vendieron al ayuntamiento de Gijón que buscaba una finca de esas medidas para cederla al estado y que éste instalase en la misma uno de los 6 centros de experimentación ganadera que había promovido en tiempos de la República el diputado radical-socialista Félix Gordón Ordás.
La Guerra Civil retrasó su puesta en marcha y ésta ya no la llevaron a cabo los republicanos sino el gobierno franquista.
Antes, en el 1936, durante la Guerra Civil, la finca fue utilizada como Cuartel del Regimiento de  Infantería nº 40, aprovechando el ejército la madera de los mejores árboles que rodeaban la finca para calentarse en el frío invierno del 37.


Desde 1940 hasta 2005 tuvo gran actividad como centro de investigación animal. Los primeros 30 años se estudiaron aves y porcinos ya que eran éstos los más utilizados en la alimentación regional. A partir de 1971, la Pecuaria pasó a ser Centro Nacional de Selección y Reproducción de vacas de la raza asturiana de los valles y de montaña.



El Centro se trasladó a Deva y Cenero, y la finca abandonada pasó a desempeñar un papel más artístico. Las paredes interiores y exteriores de sus edificios fueron decoradas por pintores de arte efímero y la pecuaria pasó de una utilidad científica a otra más instructiva, formándose en ella de manera autodidacta grandes grafiteros asturianos del siglo XXI.


En 2014 se demolieron todas las edificaciones quedando solamente en pie un hórreo, un cenador y la antigua puerta de la finca, estos dos últimos de ladrillo de estilo mudéjar.


En breve veremos crecer como hongos edificios de todo tipo: servicial, residencial y social; y solamente una placa con el nombre de Avenida de la Pecuaria nos hará saber que allí se desarrolló durante doscientos años una parte importante de nuestra historia gijonesa.