Cada vez que paseo por la orilla del mar paso largas horas observando todo lo que las olas del mar depositan sobre la arena. Esta vez fue el reflejo de una blanca y solitaria nube blanca.
Su piel curtida, su mirada perdida y el cansancio en su postura, hizo que me centrase más en su figura que en la partida de bolos que había ido a fotografiar.
La humedad, el salitre, lo reflejos del mar y los restos inorgánicos que las olas depositan a la orilla del mar son los ingredientes ideales para componer bodegones minimalistas.