Aunque la mayoría de las veces los "graffitti tipográfico" molestan más que ayudan a la composición visual, esta vez el rojo de sus letras acompañan con elegancia y gallardía el blanco de la puerta y el azul del mar y nubes.
El mar, su cadente susurro, atrae nuestra atención. Siempre está ahí, siempre es el mismo, pero algo en él nos hace girar la cabeza y buscar con nuestra mirada la lejana línea del horizonte.