Estas botas estaban
hechas para caminar. Y así lo hicieron.
Caminaron por
tierras estonias, cubiertas de lodo y nieve, durante la Primera Guerra Mundial.
Hoy sin pies que cobijar, como un trofeo de guerra más, descansan su ganado
retiro en un olvidado rincón de la legendaria prisión zarista de Patarei.