Después de varias horas de charla descubrimos que habíamos sido compañeros de aula en nuestra tierna infancia. Habían pasado más de 50 años y ninguno recordaba nada del otro. Nos acordábamos de nuestro maestro D. Luis Arregui, de sus premios y castigos, de nuestros compañeros comunes, de los juegos infantiles de entonces e incluso de anécdotas que habíamos convivido en nuestra etapa escolar pero no conseguimos rescatar de nuestra deteriorada memoria el menor atisbo el uno del otro.
tríptico al amanecer
Hace 1 semana