
Todas las mañanas tenía que pasar delante de la tienda Pret a porter, sin embargo nunca giraba su cabeza a la derecha pues su vestuario nada tenía que ver con lo que exponían los mutilados maniquíes.



Arriesgaron su vida para buscar nuevos horizontes lejos de su tierra natal pero una vez aquí una niebla oscura les impedía visualizar horizonte alguno. Ahora sin recurso alguno para volver a atravesar el Sahara sueñan con que sus brazos se conviertan en alas y como si Ícaros fuesen alcanzar por los aires sus cálidos cielos africanos.
Hoy cumple 83 años y aún no ha disfrutado de vacaciones.