Todos los domingos madruga para hacer su maleta mercantil.
Horas más tarde, una vez ubicada en su esquina habitual de Brick Lane Street, la deshace y coloca, con esmero sobre la cera, las prendas de su ya inutilizado vestuario para intentar conseguir unas libras con las que reinvertir en nuevas o viejas prendas otoñales.
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