Todas las mañanas se acercaba hasta acariciar el mar con su vista cansada. Hoy la niebla competía con el mar en hacerle compañía y ambas, mar y niebla, le acompañaban en su cotidiano viaje al pasado.
El río Nalón hace aún escasos años bajaba del color del carbón tras lavar éste en sus cuencas mineras. Cerca de su desembocadura se instalaron embarcaderos para el uso de "chalanas carboneras". Hoy, en desuso, solo sirven para amarrar lanchas y para el disfrute visual de paseantes.
Todos los días de Julio madrugaban para colocar sus sillas en primera linea de playa pero lo suficientemente lejos como para no tener que estar pendientes de los pleamares. Su aliado no era el agua sino el sol, por ello su principal tema de conversación era si la bondad del tiempo les permitiría su cotidiana cita con la arena cercana a la pasarela de la escalera 14.