La abuela soñó con la supresión de la esclavitud, la madre con la igualdad y ella con que el elefante levante su pesada pata que oprime a su pueblo y no lo deja crecer.
Todos los días, con los primeros rayos solares, ofrecía su bicitaxi a los viandantes habaneros para que su camino al trabajo les resultase más liviano. Mientras, el Capitolio, orgulloso, ya mostraba iluminado todo su esplendor.
Mientras los niños europeos se disgustan porque sus padres no les compran la última novedad del año en el mundo de los "skaters" estos dos infantes cubanos "pasan" de marcas y disfrutan con sus monopatines artesanos construidos por sus hermanos mayores reciclando unas cajas de madera y los rodamientos del último coche desguazado del 50.
Todos los días, al alba, atravesaba el Parque Central. Su mayor preocupación no era el peso de la sabiduría que transportaba a sus espaldas sino el no poder desprenderse de su negra y alargada sombra.